La Biblioteca de la Asociación de Escribanos festejó los 50 años.


Conmemoración 


La Biblioteca de la Asociación de Escribanos es uno de los servicios que brinda la institución, que refleja cabalmente el interés de sus dirigentes por el desarrollo de las ciencias jurídicas y de la profesión notarial.
 
La institución ha trabajado para lograr lo que hoy puede considerarse como un servicio de información referente en la comunidad jurídica nacional, bajo la consigna de brindar recursos y servicios de información a las demandas vinculadas con el ejercicio profesional y el desarrollo académico notarial.

Esto se traduce en una colección completa y actualizada, un análisis de los documentos con un grado de detalle y profundidad que permite resolver las solicitudes cada vez más complejas a las que se enfrentan los socios y usuarios, un local diseñado acorde a los mejores estándares de edificios de bibliotecas que brinda condiciones óptimas en términos de confort y accesibilidad, un constante e invalorable apoyo en la inclusión de tecnología, un equipo profesional atento a dar servicios de calidad y una valoración muy positiva por parte de los usuarios y la comunidad.

La AEU aspira a continuar mejorando e innovando los servicios que brinda la Biblioteca y confía para este camino en todas las personas que contribuyen a diario en esta labor.


Historia
En 1875, el Colegio de Escribanos tuvo entre sus entre sus ocupaciones la formación de una colección que diez años después encomiendan a un integrante de la Comisión Directiva, el Esc. Francisco Veira, nombrándolo en el cargo de bibliotecario.

El 6 de diciembre de 1940 fueron inauguradas las instalaciones de la Biblioteca Social en la calle Rincón 569.

En el año 1964 -a instancias de los Escs. Rufino Larraud y Pedro Mario Hegoburu, integrantes de la Comisión de Biblioteca – la Asociación de Escribanos decide organizar su colección, con criterios y técnicas profesionales, contratando entonces a un profesional en bibliotecología. Ingresa entonces la Lic. Beatriz Latorre.

La preocupación por el enriquecimiento de este acervo se mantuvo en el tiempo y la joven profesional junto con las autoridades, deciden la compra de bibliotecas de figuras relevantes del mundo jurídico (Barredo Llugain, Pérez Fontana, Larraud, entre otros) así como también donaciones de los socios, una de las más importantes la realizada por el Esc. Bardallo, por quién hoy la biblioteca lleva su nombre. Esta política logró una colección completa y sobre todo actualizada, fundamentalmente en cuanto a la producción jurídica nacional.

La necesidad de desarrollo llevó a la Institución a dejar su sede en la calle Rincón e incorporarse en el año 1971 al Edificio del Notariado donde la Biblioteca ocupó el sector sur de la nueva sede ubicada en el piso 11 y permaneció allí hasta el año 2003 cuando por razones de crecimiento y accesibilidad se la reubica en el local actual.